Abstract
Alrededor del «año cero» de la era cristiana se cruzaron en la cosmopolita ciudad de Alejandría (Alexandria ad Aegiptum) las ideas de Necesidad (ananké), de tradición griega, y de Dios Creador, de tradición hebrea. Aquí tuvo lugar lo que consideramos «la primera gran revolución filosófica» sobre el modelo socrático platónico y que configuró una matriz para desarrollar la filosofía que llega hasta nuestra época: no se comienza por la opinión (doxa), sino por el Libro, lugar de la revelación de Dios, que, a lo largo de los siglos, se irá sustituyendo por otro tipo de libros: constituciones, declaraciones de Derechos Humanos, historia, literatura patriótica, etc.; la riqueza desbordante del Libro se despliega a través del Logos en sus múltiples dimensiones (de especial relevancia es la figura de la Trinidad); un Logos mediador entre el Libro y la totalidad del Mundo y de las cosas.