Abstract
En este artículo sostengo que en Dune (1965) se perpetra una transgresión que denominaré “engaño máximo”, transgresión que consiste en la perversión (o alteración) del pacto fictivo que se da entre escritor y lector. Este engaño se acerca en algunos aspectos a la figura literaria del narrador no confiable. Peculiarmente, el “engaño máximo” de Dune se sustenta en un modo muy experimental de articulación de las perspectivas ficticias y reales; esto es, en el encaje de las perspectivas de los personajes y del autor con las de los lectores.