Abstract
En tanto que formación discursiva, consideramos que el cine social fordiano tiene en el humanismo socialista y marxiano su a priori histórico, esto es, su condición velada de posibilidad, en especial en el socialismo irlandés del siglo XIX y comienzos del XX, impulsado por figuras históricas de la talla de Theobald Wolfe Tone, el feniano James Stephens, el «Gran Jim» Larkin y el irreemplazable James Connolly. Sin embargo, fundándose en una voluntad de verdad por la que la libertad que conlleva la emancipación económica se ve semiológicamente desplazada hacia una concepción de la libertad como deseo, el discurso reaccionario ha procurado inventariar un cine social fordiano alternativo, esto es, ha pretendido inventar otro John Ford. En el trasfondo de esta confluencia de fuerzas, localizamos la disputa por el control del discurso con el que se nombra y puede ser comunicada la democracia. Tal es lo que sucede en la obra ensayística del hibernómano Antonio Rivero Taravillo, cuya proximidad discursiva con el falangismo lo empuja a inventariar un cine social fordiano desproletarizado en el que se proceden a excluir del orden del discurso películas como El arado y las estrellas y en donde se llega incluso a cuestionar el probado marxismo de James Connolly.