Abstract
En este artículo nos proponemos mostrar como el funcionamiento de los algoritmos compromete el fundamento ontológico de las propias democracias al fundamentarse, los algoritmos, en una tecnología de agregación de intereses individuales que llevan a la creación de cámaras de eco que, a la larga, radicalizan a los ciudadanos en sus propias creencias e ideologías, impidiendo el debate y comprometiendo con ello la base sobre la que se sustenta toda posibilidad democrática: el respeto por la opinión del otro. La aplicación de los algoritmos acaba con toda posibilidad de debate racional sobre las diferentes posibilidades, limitando así su viabilidad en la aplicación al procedimiento democrático, lo cual hace que hablar sobre una democracia algorítmica se vuelva una contradicción in terminis.