Abstract
El propósito de esta entrada es hacer notar la inquietud de Marc Richir en sus Méditations phénoménologiques (1992: 61), de que una estética fenomenológica era más necesaria que nunca aun moviéndonos en cualquier horizonte, imposible de hecho, como a veces pueda serlo el lenguaje en busca del sentido; pero esta entrada se enmarca en una parrhesía de lenguaje más bien débil centrada en lo antiguo donde el arte, (tomando como referencia o inicio (ὑπάρχω) las tragedias griegas en el plano de la mímesis, en correspondencia con la Einfühlung, identificación fenomenológica, la identidad de la obra en las tragedias), tanto si imita sólo con lenguaje (arte de la sofística), como si se habla de la verdadera creación, la tragedia, sobrepasa las etiquetas de cualquier logos en permanente lucha: trágico, intencional, pasional o trascendental; no encontramos ninguna mitología semántica que lo identifique en una cerca intencional, por su pérdida espontánea, o lo recupere en un sentido estético incoativo, en una fase (φάσις), o forma que dejará ver o no según le dé la luz; Platón no lo llega a cazar en el Sofista (al arte de la sofística), porque transgrede cualquier conducta, desde dentro y desde fuera, es decir, tanto si es un disimulo pasional del poeta (catarsis antigua), como si lo consideramos desde el marco de Aristóteles en el cierre artístico clásico de la tragedia (symmetría) en la experiencia generada en el espectador como un fenómeno estético insuficiente (catarsis trágica).