Abstract
Martha Nussbaum plantea exigencias educativas, sociales y éticas que son insoslayables para evaluar si existe desarrollo en una nación. Esta evaluación que, pretende rectificar la mirada economicista del mismo coincide, en diversos aspectos, con el ideario de la Doctrina Social de la Iglesia presente en los documentos del Magisterio Social Pontificio. El artículo analiza tres afinidades doctrinales de ambas perspectivas -sin dejar de dar cuenta de los matices diferenciadores- cuando se intenta fundamentar qué significa desarrollo, a saber: la educación afectiva, la promoción de las capacidades de la persona y la preocupación preferencial por la pobreza.