Abstract

El presente trabajo busca diferenciar la ciencia y la religión, en orden a salvaguardar sus respectivas autonomías para una posterior y fructífera puesta en diálogo, a partir de las figuras que adopta la subjetividad frente al fenómeno religioso y frente al fenómeno científico: la del testigo y la del juez, respectivamente. En el caso del fenómeno religioso, el sujeto se encuentra sobrepasado por la excedencia fenomenológica de lo divino, quedando sometido a esta excedencia y no pudiendo lograr más que atestiguar dicha riqueza en un lenguaje no predicativo. En el caso del fenómeno científico, el sujeto se encuentra en una posición de superioridad frente al objeto que estudia, en tanto que el objeto aparece en la medida misma en que se somete a las condiciones de posibilidad del lenguaje predicativo-explicativo. Sin embargo, es necesario poner en relación dialéctica ambas figuras de la subjetividad, para poder así encontrar al existente humano en su concreción. Aun cuando debamos poner en relación dialéctica ambas figuras, sostendremos que hay una primacía de una figura sobre la otra en ambos ámbitos considerando el polo hacia el cual las historias mismas de dichos ámbitos caminan: mientras que la historia de la ciencia puede considerarse una historia de la verificación, la historia de la religión es siempre historia de la salvación. De este modo, concluiremos, la intención que anima la ciencia es que el testigo se vuelva juez, mientras que lo que anima la religión es que el juez se convierta –finalmente– en testigo.