Abstract
A menudo las fronteras académicas que nos definen y nos separan como investigadores, también delimitan nuestros trabajos hasta el punto de desconectarlos de manera acrítica de las realidades culturales que, por motivos múltiples y no siempre explícitos, nos proponemos estudiar, analizar, transformar, etc. Sabemos que las universidades, como el resto de instituciones sociales, han participado históricamente en el mantenimiento de las fronteras que construimos interesadamente los seres humanos al relacionarnos como tales, tanto a escala individual como colectiva: económicas, políticas, académicas, familiares, personales, etc…