Abstract
Las relaciones con el poder son una práctica ineludible de todo aquel individuo que pasaba a América. Fray Pedro de Ayala, franciscano, obispo de Nueva Galicia (1561-1569) tuvo que desempeñarse, como religioso y gobernante, en esta difícil tarea de congeniar voluntades: de una parte, la sociedad civil y, de otra, los intereses espirituales de las personas encomendadas a su tarea episcopal. Sus cartas al rey Felipe II ofrecen el testimonio directo del hombre contra el entorno social y geográfico de un territorio en construcción, como era la Nueva Galicia de mediados del siglo XVI.