Abstract
El argumento del hospital de D. Parfit incluye la premisa de que en un caso de cerebro dividido, la identidad de una nueva persona humana dependerá de que el otro hemisferio cerebral sea o no sea trasplantado a otro cuerpo. La identidad de una persona dependerá de hechos extrínsecos. Mi objetivo es cuestionar esa premisa apoyándome en algunas observaciones sobre el contenido de los pensamientos singulares: pensamientos de primera persona y pensamientos demostrativos. Por un lado, defiendo que en el escenario descrito por Parfit la persona humana cuya identidad es dependiente no sería capaz de tener un pensamiento de primera persona porque no sería capaz de conocer quién es el pensador, quien, desde luego, es ella misma. Entonces, no sería posible referirse a uno mismo y tener un pensamiento de primera persona acerca de una experiencia no sería una forma de autoconocimiento. Por otro lado, establezco que tampoco sería posible referirse a esa persona mediante un pensamiento demostrativo basado en la percepción.