Abstract
Lo que suele llamarse la existencia de Dios parece ser un problema que insiste en el pensamiento occidental. Asumir dicha existencia a través de categorías que permitan objetivarla parece descansar en paradojas que obturan su consistencia, de manera que la insistencia de dicho problema permite reconocer la presencia de un exceso. Este exceso será considerado como una huella de aquello que excede, sin determinar una figura. Abordaje que se llevará a cabo en la intersección de dos discursos que abordan, cada uno a su manera, el asunto del estatuto de este tipo de huella: el psicoanálisis y la teología. Dicha intersección opera a través de un elemento común, el cuerpo como localización de un Otro, del que la única noticia que nos es remitida es la concavidad de su ausencia. Desde este lugar común podría pensarse un espacio donde el problema de la existencia de Dios adquiera una consistencia que es apropiada al mismo, en concordancia con la textura de su propio “cuerpo”.