Buenos Aires. Argentina: Teseo Press (
2017)
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Abstract
Las naciones son entidades concretas para quienes viven en ellas. Allí se establecen relaciones sociales “no económicas” (Balibar) que dan identidad a una colectividad histórica. El relato forma nación es una práctica social lingüística “aglutinante” de esa colectividad histórica. “La verdadera materia de la política” que discute, integra y elabora nuestros consensos y nuestras rupturas –crisis– en un mismo relato. Se forma un discurso que nunca está clausurado –como la identidad–, por ello el “eterno retorno”. Cristalizarlo en una imagen unívoca es cumplir con el mandato de la modernidad colonial. La narración del relato forma nación es una agonística donde se recrea, lo historiza nuevamente, le infunde vivencias y experiencias del pensamiento local con varios sentidos, quebrando la colonialidad del saber. Borges dice: “… una nación desarrolla las palabras que necesita […]; la lengua no es, como el diccionario nos sugiere, un invento de académicos y filólogos. Antes bien, ha sido desarrollada a través del tiempo, a través de mucho tiempo, por campesinos, pescadores, cazadores y caballeros. No surge de las bibliotecas, sino de los campos, del mar, de los ríos, de la noche, del alba.”
Murena toma esas palabras para proponer metáforas que recorren nuestro relato forma nación. Metáforas que persisten desde sus orígenes. Conocerlas es conocer nuestro origen, nuestra existencia y la posibilidad de modificarla.