Abstract
El universo que conocemos es un producto de la mente humana. En la experiencia fenomenológica primordial, que el hombre tiene de si mismo, se imponen dos hechos fenomenológicos: la experiencia de un mundo estable de objetos y la experiencia de un mundo de campos de realidad. El ejercicio de la razón, que le viene dada al hombre evolutivamente, lleva a preguntar cuáles son las causas reales que producen esos dos mundos. Igualmente, cuál es la verdad última del universo. La ciencia moderna produce un conocimiento racional (científico) que ofrece la base para responder esas preguntas. La mecánica clásica explica qué es y cómo se produce un mundo macroscópico de objetos estables. La mecánica cuántica qué son y cómo se producen los campos de realidad, a los que accede el hombre desde su psique humana. Todo ello nos lleva a entender que el universo tiene una ontología (un modo de ser real) holístico. El hombre, ya por su auto-experiencia primordial, pero también por los resultados de la ciencia, queda abierto al conocimiento del holismo cósmico. La naturaleza holística del universo es la clave para abordar las preguntas en torno a su verdad última. El holismo sigue haciendo posible la hipótesis atea de un universo sin Dios. Pero también es verdad que, más allá del reduccionismo decimonónico, el holismo hace hoy mucho más verosímil la hipótesis de la existencia de Dios. A modo de sugerencia, el artículo concluye con una referencia a la imagen de Dios, y de la creación del universo en Dios, según el discurso alegórico de la kabala judía.