Abstract
Partiendo de la pregunta que hace Derrida sobre la sospechosa ausencia de filósofos demócratas desde Platón hasta Heidegger, el artículo piensa la relación que la democracia y la literatura han sostenido con la filosofía. Asumiendo la primera como el juego de la diversidad de los seres, el intercambio de palabras en un combate sin vencedor. Lo propio del agón y del pólemos, se muestra por una parte cómo la filosofía en su comienzo platónico instituye su ideal del Sentido. Del Bien, de la Verdad, precisamente en oposición a la agitación democrática; pero, por otra, se destaca el pensamiento crítico kantiano como un momento de apertura a la relación plural de los seres, Poseer, desde su comienzo como mitología, la fuerza crítica de este pensamiento es lo que permite a la literatura alcanzar las huellas de la democracia.