Abstract
En su anuncio del Evangelio dentro del horizonte helenístico, San Pablo encuentra los valores y aberraciones de la cultura pagana. Ante ellos, la fe exige una selección capaz de sacar las consecuencias prácticas de la búsqueda de la verdad y de Dios provocada por Dios. Lejos de caer en el eclecticismo, el apóstol ha encontrado en la “milicia cristocéntrica” el principio unificador y animador de su síntesis. Desde ella, plantea una teología cristocéntrica abierta a la humanitas christiana, en las claves desarrolladas después por los teólogos de la Patrística. Trascendiendo las verdades de los filósofos y sin vararse en ellas, el creyente recibe como un don en Cristo el más alto nivel de la verdad: “Yo soy la VERDAD” (Jn 14,6). Él es la recapitulación de todo lo bueno y verdadero que han dicho los hombres.