Abstract
En lo que sigue voy a hablar solamente del amor en la modernidad, y si empecé por el Banquete de Platón fue para subrayar el hecho de que el amor ha estado conectado al discurso sobre las virtudes. Así, por todas estas razones, podemos afirmar que el amor ha sido parte de la vida buena, y que la mayoría de las teorías modernas de la vida buena no pueden prescindir de él (la vida buena se entiende aquí en el sentido aristotélico de las virtudes que conducen a una vida buena). Y, no obstante, es aquí donde la comunión entre filósofos y sociólogos debe desunirse. Es justo en este punto donde creo que las teorías filosóficas de la vida buena confunden lo descriptivo y lo normativo y no erigen su teoría normativa a partir de una comprensión empírica de la vida buena tal como realmente es vivida y practicada (y en su lugar proyectan ideales normativos en una realidad idealizada de la Antigüedad). Así que en lugar de hablar del amor como una especie de proyecto normativo que debería hacer parte de la vida buena, me gustaría examinar si el amor moderno en realidad nos brinda un marco con el cual se pueden construir tales teorías normativas.