Abstract
Este artículo examina la concepción del espacio infinito y del tiempo en Hasdai Crescas, Gianfrancesco Pico della Mirandola y Giordano Bruno. Si la presencia de Crescas es explícita en el _Examen vanitatis_ (1520) de Pico, su recepción por Bruno, que nunca lo menciona, fue postulada por Harry A. Wolfson en 1929. Más recientemente, David Harari y Mauro Zonta han afirmado el papel intermediario de un autor judío desconocido. Sin embargo, una comparación de la crítica de Aristóteles efectuada por Crescas y Bruno pone de manifiesto que, excepto dos puntos, Bruno pudo alcanzar sus posiciones con independencia de Crescas, a partir de su propia lectura crítica de Aristóteles y de su conocimiento de los desarrollos de la escolástica medieval y del concepto neoplatónico del tiempo. La significativa calificación por Crescas del espacio y del tiempo como atributos de Dios en un sentido puramente metafórico, una cuestión que Pico deja a un lado, deja paso en Bruno a la calificación del espacio infinito, de la duración y también de la materia como atributos reales de Dios, que es a la vez mente e intelecto, espacio y materia, en tanto que unidad indiferente de los opuestos.