Abstract
La destrucción de arte rupestre en la península Burrup, llevada a cabo por varias industrias colosales, estratégicamente localizadas en la península desde la década de los años sesenta, me permite analizar el concepto de patrimonio y encontrar un significado en la difícil tarea de interpretar arte rupestre. La península Burrup no sólo alberga el sitio arqueológico de arte rupestre más grande del mundo, sino que también uno de los depósitos más grandes de gas, mineral de hierro y sal. Como consecuencia, la tierra (sagrada para la comunidad aborigen), se ha convertido en un punto álgido ya que sostiene la economía creciente de Australia. En esta difícil negociación entre patrimonio y progreso, el arte rupestre encuentra nuevos significados y el patrimonio se torna efímero. Al no estar el sitio incluido en la lista de Patrimonio Mundial auspiciada por la UNESCO, los roles de identidad y memoria son impugnados por los dos grupos que representan ambos lados del debate: por un lado, los dueños tradicionales aborígenes y los arqueólogos; por el otro, el gobierno australiano y el es-tablecimiento cultural que le niega al arte rupestre una significancia estética al considerarlo “primitivo” y “arcaico”. El debate se torna cada vez más pertinente al darnos cuenta de que el gobierno australiano ha propuesto otros sitios y parques naturales para su introducción en la lista de Patrimonio Mundial, mientras que el arte rupestre de la península Burrup está catalogado como patrimonio nacional, mas no mundial. Como resultado, el concepto de patrimonio se puede definir en diferentes niveles: local, nacional e internacional.