Abstract
Es sabido desde Kuhn que la consolidación académica de los campos del conocimiento va acompañada de dos tipos de creaciones escritas: las obras paradigmáticas y los manuales. Si las primeras sirven para justificar la creación de una nueva área, los segundos pretenden más bien delimitar su especificidad, su "terreno de juego", sus métodos y estilos, su ortodoxia. Quizá sea la mejor prueba de la vitalidad y el desarrollo del campo de la Filosofía del Lenguaje la publicación en un relativamente breve lapso de tiempo de diversos manuales, a los que hay que añadir la obra que vamos a reseñar ahora. Como si constituyeran la mejor prueba de un sentimiento de insatisfacción con respecto a los materiales disponibles hasta el momento, dado el auge de la disciplina en la última década. Sin embargo, también hay que ser consciente de que la industria editorial difícilmente publica ensayos filosóficos; la única manera de publicar un libro de filosofía es camuflarlo como manual o bien dirigirlo a un público general.