Abstract
Contra el “Yo soy” de la Modernidad, explicitado y hasta ejecutado como “Yo soy uno de tantos”, Heidegger realza con Kierkegaard el instante ejemplar de la “repetición”. Es ella la que llama a Heidegger desde Aristóteles, “repetido” desde las nociones de pólis y philía, con centro cordial en el eû zên. Ello implica una mutación de la idea religiosa de “culpa” en el rasgo existentivo de la “deuda” de estar-siendo-sidos: cada uno de nosotros somos deudores de la existencia del otro, en cuanto héteros, en el mundo compartido; tal la mutación concomitante de la procura sustitutoria por aquella que, brotando de antemano, va hacia el poder-ser del otro. Ésta sería la “ética” originaria de Heidegger, si dejamos resonar en ella el êthos en que se forja comunidad.