Abstract
Don Miguel de Unamuno, sin la menor duda, es el más importante representante de la llamada Generación del 98. Fue un personaje genuinamente heterodoxo, difícilmente clasificable y resueltamente indomable, a la par que ligeramente insociable y pedante. Poseía una cultura vastísima y dominaba todos los géneros literarios, desde la poesía, el drama, el ensayo, hasta la novela. Era, además, filósofo; eso sí, sin escuela. Hasta su forma de filosofar era diferente. Su preocupación principal era la vida, a la cual consideraba trágica; además —y quizás por eso—, su finitud le sacaba de casillas: él quería ser inmortal, por lo que no era extraño que se cuestionara la religión. Todas sus preocupaciones las exponía en sus nivolas: la existencia humana, el hombre concreto, y la problemática religiosa. De ahí que me pregunte si era filósofo existencial o filósofo religioso. Palabras clave: Generación del 98, inmortalidad, nivolas, filosofía existencial, filosofía de la religión, sentimiento trágico de la vida.