Abstract
En este artículo, examino la transformación del gesto hermenéutico de Heidegger respecto a los grandes textos de la filosofía occidental. Defiendo que, entre 1920 y 1939, Heidegger pasa de un trabajo de «destrucción fenomenológica», donde la interpretación se mide a partir de la experiencia de fenómenos positivos (la historia, el sí-mismo, la fe, la existencia) a un trabajo de «destrucción poiética», dirigido hacia una historia «por venir», ligada a una «experiencia originaria» de la cual tan solo el poeta (Hölderlin) y el pensador (Heidegger) parecen tener la llave. Sin embargo, el pensar heideggeriano amenaza así con hundirse en una forma de hybris (o de desmedida), al sobrepasar la finitud constitutiva de toda hermenéutica digna de ese nombre.