Abstract
El objetivo de este artículo es demostrar que los avances en liberalización del aborto han encontrado una cortapisa en la necesidad social de conciliarlos con la preservación del orden de género preexistente. Las narrativas sociales sobre la feminidad/maternidad impregnan la discusión jurídico-constitucional del aborto e impiden el reconocimiento efectivo de la capacidad moral de las mujeres para tomar decisiones en el ámbito de la procreación. Estas narrativas generan regulaciones ambiguas, que descansan sobre una vinculación funcional entre el control social de la sexualidad y de la procreación, restringiendo, en la práctica, los derechos de las mujeres. Lo anterior es amplificado por la presencia, formalmente permitida, de dispositivos de poder-saber que remiten a las creencias y prácticas del personal de salud.